El terremoto de 8.4 grados que ha remecido la zona central de Chile ha ocasionado la muerte de once personas, una cifra que si bien es muy lamentable, es mínima en comparación con los miles de fallecidos que tendríamos si un sismo de igual magnitud se produjese en este momento en cualquier punto del Perú, incluyendo por supuesto Lima, donde distritos enteros podrían venirse abajo, tal como se viene advirtiendo desde hace mucho.

La cifra de fallecidos en Chile quizá sea comparable con las que se producen en países como Japón, donde terremotos que bordean por nueve grados dejan pocas víctimas mortales, salvo la catástrofe de Sendai del 11 de marzo de 2011, en que un tsunami se llevó poblaciones enteras. El reducido número de muertos ante un terremoto es sin duda producto de políticas de prevención que, lamentablemente, en el Perú y otros países similares no vemos.

En enero de 2010 fui enviado como reportero de esta casa editora a Puerto Príncipe a cubrir el devastador terremoto que por poco termina de hundir a Haití en medio del Caribe. El remezón fue de siete grados y dejó 316 mil muertos, según informó el primer ministro de ese país, Jean Max Bellerive, un año después de la tragedia. Eso fue una muestra de los daños que causa un sismo en un país en extremo pobre y con políticas nulas para afrontar emergencias.

Habría que ver cómo nos toma un terremoto en el Perú. La experiencia más cercana fue la de Pisco en 2007. La tragedia fue cerca de Lima, con puerto, aeropuerto y carretera disponibles. Sin embargo, recordemos los daños causados por ese sismo de 7.9 grados. ¿Hacer simulacros es suficiente para evitar muertos por decenas? ¿Sirve invocar a la gente a que no viva en zonas con suelos y construcciones inestables? Miremos nomás Barrios Altos y Rímac para notar lo que se nos podría venir.

Durante décadas no se ha hecho casi nada para mitigar los efectos de un gran sismo que, según los expertos, en cualquier momento debería sacudir nuestro país. Miremos cómo ha avanzado Chile en esa materia y aprendamos de ellos. Preguntémonos si alguna parte del Perú bajo efectos de un terremoto de 8.4 grados estaría en condiciones de lamentar la pérdida de apenas once vidas. Ojalá se pueda hacer algo antes de que suceda un gran terremoto, que sin duda ocurrirá.