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Una mirada retrospectiva es la que nos lleva la reciente medida del gobierno chino de Xi Jinping que dispone que los artistas en general deban viajar hacia las zonas rurales del país por lo menos durante un mes para lograr un nivel de “inspiración” que haga más cercano su aporte a los valores de la sociedad china. 

Rápidamente ha llamado la atención y hasta causado malestar esta medida, que recuerda a la denominada Revolución Cultural China que emprendió Mao en 1966 y que más tenía por objetivo neutralizar a sus rivales políticos que difundir el espíritu revolucionario que el mismo Mao había logrado luego de vencer a Chiang Kai-shek en 1949. 

Por esta Revolución Cultural, las personas de la ciudad, en su gran mayoría intelectuales consagrados a una vida urbana sin sobresaltos, fueron trasladadas contra su voluntad hacia el campo y los de esta zona hacia la ciudad. 

Mao invirtió los papeles y los roles de los ciudadanos, y eso estuvo muy mal porque fue una máxima expresión de la denigración de la dignidad humana. 

La Revolución Cultural duró lo que su vida. Con su muerte, la Banda de los Cuatro, sus fieles seguidores que por buen tiempo apoyaron sus arbitrarias medidas siempre apoyados por los Guardias Rojos, que eran grupos de jóvenes que veían en Mao al ícono de la revolución, finalmente fueron reducidos y el país entró en un proceso distinto con la figura de Deng Xiaoping, que abrió China al mundo. 

Parece que los líderes chinos que controlan el poder gubernamental por turno, no pueden o no quieren deshacerse de la figura de Mao, que por cierto aparece imponente en la Plaza Tiananmen de Pekín. Todo revelaría un régimen capitalista hacia afuera y totalitario hacia adentro.

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