La situación generada por la aparición en Brasil de indicios de pago de coimas al presidente Ollanta Humala es muy grave no solo por el hecho en sí, que ya ha hecho que surja por ahí la palabra “vacancia”, sino también porque será muy difícil que los peruanos crean que el hombre es inocente, debido a que en otras oportunidades desde Palacio de Gobierno han salido “desmentidos” o “blindajes” que resultaron siendo tremendas mentiras.

Hoy las palabras del propio Humala, de su esposa Nadine Heredia, del premier Pedro Cateriano, y de gente como Josué Gutiérrez, Daniel Abugattás u otros escuderos nacionalistas de por ahí, tienen una credibilidad casi equivalente a cero, por lo que en los meses que quedan de gobierno será muy difícil borrar el justo o injusto sello de “corrupto” en la frente de un mandatario que nos guste o no, está al frente de las riendas del país.

Recordemos cómo esta gente se llenó la boca diciendo que los destapes sobre los seguimientos de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) eran un “montaje” de este diario. Hasta con el respaldo presencial del gabinete completo, salió Humala a decir que todo era falso, cuando hoy sabemos, tras una investigación del Congreso, que era verdad. ¿A todos aquellos que salieron a mentirle al país, ahora les vamos a creer que Humala es inocente, así lo sea realmente? Difícil.

Igual fue con las agendas de la Primera Dama. La señora lo negó todo una y otra vez y al final, terminó diciendo que eran suyas. ¿Tenemos que creerle ahora que salga a decir que nunca les cayó ningún dinero de constructoras brasileñas? Al premier Cateriano, que por todos lados ve fantasmas apristas y fujimoristas, ¿se le puede creer cuando dice que el asunto se está usando de manera electorera?, ¿creerá que los rivales están minando con esto la sólida y arrasadora candidatura de Daniel Urresti?

La acusación contra el presidente Humala es grave, pero más grave es tener un gobierno lleno de voceros que a pulso se han traído abajo su propia credibilidad. Ojalá que pese a tener un mandatario con semejante señalamiento y que además no puede ser blindado por la gente que lo rodea, el país siga caminando hasta el mediodía del 28 de julio, en que se irán aquellos que llegaron al poder con la farsa de la honestidad que hace la diferencia.