La casta caviar de izquierda, centro y derecha, más su séquito mediático, vienen desarrollando una cruzada sin precedentes. Actualmente, con la Junta Nacional de Justicia, están aplicando el guion conocido, promoviendo una campaña desde diversos frentes y recurriendo a instancias supranacionales: la CIDH, la OEA y la ONU. Orquestan sus campañas mediáticas de forma coordinada desde Europa y EE.UU. Anuncian el colapso de la nación y una inminente devastación bíblica, profetizan la ruina de toda la institucionalidad democrática del país, entre otras apocalípticas predicciones.

Escenarios similares se produjeron en el pasado, ¿qué ocurrió? Nada. Recuerden, esto mismo sucedió en el caso del exministro de Educación Saavedra y con la exalcaldesa de Lima, Villarán. Igual paso con el cambio del Tribunal Constitucional, con la destitución de Vizcarra, ahora, último, con la elección del defensor del Pueblo. Cada vez que los espacios ocupados por la cavariada local son amenazados, recurren a la retórica del miedo, la aprensión y el terror.

Lo grotesco de esta nueva situación es que esta casta no parece importarle la soberanía nacional cuando sus intereses están en juego. Sus ansias de poder son insaciables, descontroladas y desmedidas. Resulta increíble cómo narran la historia en la que “poderes ocultos pretenden apoderarse de las instituciones”, cuando en realidad son ellos, los caviares y sus socios, quienes tienen el control de estas instituciones hace mucho tiempo. Desde ahí han impulsado persecuciones políticas y procesos judiciales contra sus adversarios, llegando incluso a encarcelar a numerosos líderes políticos e intentando la proscripción de algunos partidos políticos, catalogándolos de organizaciones criminales. ¡Esto debe cesar! La política ha sido irresponsablemente contaminada por la judicialización de la misma, convirtiendo la actividad política en una de alto riesgo.

Es preocupante que en esta ocasión se observe cómo se permite la injerencia extranjera en asuntos de exclusivo interés nacional sin defender con firmeza nuestra soberanía. A la caviarada local, no le interesa la democracia o el país, solo quieren permanecer saqueando el Estado a su antojo.

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