No encuentro otra explicación. Después de ver la naturalidad con que presentan sus candidaturas personajes como los que vemos estos días, es indudable que el delito y la corrupción ya se “normalizó” en la política. Nadie se da cuenta, ni ellos, ni los ciudadanos, que se trata de delincuentes, con procesos abiertos y en curso que les prometen varios años tras las rejas. Una rápida mirada a las fórmulas presidenciales permite concluir que estamos, en calidad, del promedio para abajo. Pocos días antes, lo que más llamaba mi atención era ese personaje que cree haber sido elegido por Dios, que le habló a través de una vendedora de jugos de frutas en el Cuzco, para ser presidente del Perú. ¡Y la entrevistadora, conocida activista antivacuna, lo alentaba en su causa divina! Sino tendremos cada chiflado suelto en las calles. Son los mismos que miran con agrado y alientan la rebeldía policial. Cómo les gustaría una huelga policial nacional, las tanquetas del Ejército en las calles y la consecuente interrupción de los caminos democráticos. Vistas las elecciones internas, con el panorama de la oferta electoral casi configurada, esto podría terminar siendo una confusa puja entre el bien y el mal. Veremos a los cruzados versus Soros y las conspiraciones, los Illuminati, ángeles y demonios, Código da Vinci y cualquier otra pachotada que sirva para distraer la fuga de los coimeros de Odebretch, el Club de la Construcción, etc. ¿Habrá espacio para conocer, comparar y evaluar diferencias entre los planes de gobierno? Algún espacio para discutir ideologías y posiciones sobre temas claves: ¿aborto, pena de muerte, etc.? Por los jugadores es fácil deducir cómo será el partido. El nivel no da para más. Todo parece indicar que las elecciones de abril próximo no serán solución a nada. Por qué tendría que ser diferente si todos somos los mismos.