Una tragedia como el terremoto sucedido el sábado último en Nepal puede parecer en una primera lectura un hecho muy lejano. Sin embargo, recordemos que nos ubicamos en una zona tan o más sísmica que aquella en la que se encuentra ese país, lo que por estos días nos debería hacer pensar en lo vulnerables que seguimos siendo ante este tipo de emergencias, que podrían presentarse en cualquier momento.

Habitualmente se dice que aspiramos a ser un país del “Primer Mundo” y que vamos para arriba en materia económica y de crecimiento. Nos llenamos la boca diciendo que somos la envidia de la región. Pero seamos realistas y notemos que no hemos sido capaces, en todos estos años de bonanza, de estar en condiciones de atender emergencias que tarde o temprano deberemos afrontar.

Una muestra de ello es, por ejemplo, el abandono en que se encuentran los bomberos voluntarios, que son los llamados a dar la primera respuesta en caso de un sismo o maremoto. Ante esas eventualidades, los pedidos de auxilio serían miles y habría que ver si con equipos de hace 30 o 40 años los “hombres de rojo”, por más entrega y sacrificio que tengan, podrán hacer mucho.

Recordemos lo que pasó en agosto de 2007 en la región Ica, muy cerca de Lima, en la costa, con puerto y aeropuerto militar disponibles. Pese a todo esto, las dificultades para responder ante la emergencia fueron miles. De nada vale crecer económicamente y decir que somos lo máximo si no estamos preparados para un gran sismo que tarde o temprano tendrá que suceder.