Todo se encontraba en calma y las aguas se movían en un vaivén normal hasta que se produjo la reunión del Gabinete Binacional entre el Estado Plurinacional de Bolivia y nosotros. Todo hubiera quedado bien si no se hubieran producido las inoportunas declaraciones del gobernante peruano con respecto a la mediterraneidad y salida al mar de dicho país, y que fueran aprovechadas perfectamente por el gobernante Evo Morales (político extremadamente ducho y con amplia experiencia). Evidentemente, las mismas tendrían que provocar la inmediata respuesta chilena, como que así fue el caso, lo cual era de esperarse. Ante ello, la Canciller peruana, Ana María Sánchez, debió esperar la reacción chilena y no adelantarse señalando que la postura del Perú respecto de la demanda de Bolivia para una salida soberana al océano Pacífico siempre ha sido de respaldo. Con ello se confirmó el error que no debió cometerse, pues lo adecuado debió ser esperar la reacción del gobierno chileno, tal como sucedió, y tomar el hilo de las declaraciones del Canciller chileno, las cuales fueron cautelosas y moderadas. Ahora nos vemos envueltos en un tema que no nos corresponde y que tiene en el Tribunal de La Haya su correcto desenvolvimiento. Pero así es cuando las riendas de un Estado se encuentran en manos aventureras y de personas sin la debida experiencia. Ahora nos toca deshacer el entuerto en el que nos vemos envueltos y ha sido el presidente del Consejo de Ministros, Pedro Cateriano, a quien le tocó agarrar el toro por las astas y explicar lo sucedido. Tenemos la Novena Cumbre de la Alianza del Pacífico del 1 al 3 de julio próximo. Humala debe hacer el esfuerzo y acercar posiciones, y ello se puede lograr buscando, aunque no se trate de una reunión bilateral formal, tener un diálogo firme con la presidenta Bachelet y despejar cualquier nubarrón que se nos pueda presentar en nuestras relaciones con Chile. Por otro lado, se debe empezar a trabajar con los importantes grupos económicos chilenos y peruanos en el desarrollo de proyectos concretos en nuestras dos regiones Tacna y Arica, proyectos que fomenten el desarrollo directo de nuestras comunidades y el bienestar de nuestras poblaciones, pues de esa manera es que se consolida la paz y tranquilidad, y de ello tenemos el ejemplo de lo que se ha llevado a cabo entre Ecuador y Perú. He ahí un tema al que nuestra Cancillería podría abocarse de inmediato y qué mejor que impulsar estos desarrollos bajo el paraguas que brinda la Alianza del Pacífico.