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PPK corre el riesgo no solo de perder las elecciones del próximo 5 de junio, sino de pasar a la historia como el responsable de que el fujimorismo, esa fuerza que tanto antagoniza en nuestro país, regrese al poder. Responsable no por perder una elección, sino por regalarla.

No es necesario remontarnos a los noventa para ver el peligro que el fujimorismo representa hoy. Así hagamos el ejercicio de olvidar a Alberto Fujimori y su gobierno, el escenario se mantiene igual de preocupante. Pensemos solo en las últimas dos semanas: acuerdos con el sector más radicalmente antiderechos de la sociedad peruana, compromisos con sectores de la minería ilegal para otorgar una “tregua temporal” en detrimento del medio ambiente, y una peligrosa cercanía con quienes se han opuesto a la reforma de la educación superior.

Es un consenso que, en términos económicos, PPK y Keiko tienen mucho en común. La actual es la segunda vuelta soñada para quienes temen cualquier ajuste al modelo económico, pero la democracia es mucho más que eso, y está en manos de PPK que así se entienda.

Entre sus colaboradores hay gente muy valiosa que no cuenta con el espacio para jugar el rol protagónico que le corresponde en esta contienda. El equipo de PPK tiene la tarea de recordarle al Perú sus credenciales democráticas y su solvencia técnica. Tienen que demostrar que son distintos a la derecha más reaccionaria de este país y que les indigna la sugerencia de que no lo son. Si es así, está en sus manos probar que tienen más diferencias con el fujimorismo que el nombre de su partido. De lo contrario, será difícil que la tendencia de la última encuesta se revierta. ¿Qué están esperando?