Me parece acertado el proyecto de consagrar el 27 de enero como el Día de la Soberanía Marítima del Perú. La mayoría de nuestros grandes historiadores -puedo mencionar a Basadre, Porras, Macera, o Lohmann, a quien conocí y traté en la centenaria Sociedad Peruana de Derecho Internacional, por ejemplo- han coincidido que un elemento fundamental para afirmar nuestra identidad nacional está en recrear permanentemente nuestro auténtico nacionalismo. Un estado es una sociedad jurídicamente organizada y, como tal, forja en la gente valores nacionales que terminan inscribiéndose en lo que denominamos imaginario colectivo. La experiencia peruana en La Haya es una extraordinaria oportunidad para hacerlo. Hay que querernos y mucho. Luis Banchero Rossi, la figura emblemática de este diario, nos enseñó a querer el mar y sus recursos, y a saber que con una alta dosis de creatividad y de buena fe, podemos explotar y luego producir lo que nos da el mar en beneficio de las poblaciones del estado costero; sin embargo, para aprovecharlo, antes hay que poseerlo y de pleno derecho y eso lo hizo la Corte Internacional de Justicia en su fallo y a nuestro favor. Por eso, además, surgió a mediados del siglo XX la revolucionaria tesis de las 200 millas. Banchero Rossi lo había comprendido perfectamente. Nosotros también debemos hacerlo. La victoria jurídica en La Haya hay que conectarla con nuestros infantes, niños, adolescentes y jóvenes -estos últimos acaban de dar una lección de su aliento indesmayable para lograr sus convicciones-. La soberanía es un atributo que solo lo tienen los estados y la soberanía marítima nos invita a no olvidar que todos los recursos vivos y no vivos que se encuentren dentro del Mar de Grau pertenecen al Perú y que nadie puede explotarlos sin nuestro consentimiento. Ahora aprobemos el proyecto.