A pocos años de acercarnos al bicentenario de la Independencia, nos toca a todos los sectores empresariales preguntarnos cómo estamos aportando al desarrollo del país. Más de una voz dirá que generamos empleo y que nuestros tributos son los que permiten diversas obras de infraestructura y contribuyen a los programas sociales.

Desde Empresarios por la Educación consideramos que eso es muy importante, mas no suficiente. Creemos que una expresión de nuestra responsabilidad es apoyar la política educativa nacional.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que marcarán la agenda del desarrollo global al 2030, plantean la necesidad de políticas que garanticen la erradicación de la pobreza y el uso responsable de los recursos naturales.

Ninguno de estos objetivos se logrará si no se asegura educación de calidad a todos los escolares del país. Esto incluye a más de un millón de niños que tienen como idioma materno una lengua distinta al castellano. Son chicos que requieren maestros que les enseñen en su idioma, textos, computadoras y materiales didácticos adecuados. Sin eso, poco o nada aprenderán y difícilmente saldrán de la pobreza extrema.

Nuestra riqueza minera, petrolera y energética debe ser palanca del desarrollo. Requerimos crear industria que genere bienes y servicios de excelente calidad y exportables. Nuestra capacidad transformadora es limitada porque limitado es nuestro capital humano. Eso solo se resolverá con buena educación para todos los peruanos.

El país ha avanzado en los últimos 25 años, pero nos queda un largo trecho por andar. Entendamos que si no avanzamos todos, siempre existirá la amenaza de que alguien nos jale hacia atrás.

Acompañemos al Ministerio de Educación en su esfuerzo por garantizar educación de calidad a los niños que todavía no hablan castellano. Recordemos que cada uno de ellos -como nuestros hijos y nietos- constituye el capital humano del país. Apostemos por su educación.