Actualmente en diferentes asociaciones, organizaciones, instancias especializadas y sectores gubernamentales parece ser que no quieren ver la dramática situación de la educación en el Perú y se dedican a hablar y a escribir de temáticas de política educativa de mediano y largo plazo. Por cierto desarrollando documentos y eventos con diagnósticos y propuestas generales referidas, por ejemplo, a la inequidad y segregación, la formación continua de los profesores, el financiamiento educativo, la interculturalidad, la ruralidad y el bilingüismo, la calidad y equidad educativa, así como al currículo escolar y sus ejes transversales .

Sin embargo, cuando se plantean el conocimiento, el análisis y la búsqueda de soluciones urgentes sobre estas mismas temáticas en el ámbito de las políticas educativas que se observan “en el quehacer actual de los centros de formación escolar y superior”, desde una postura “academicista” los ponen en segundo plano porque según estas instituciones la realidad concreta de hoy es tan solo parte de “la coyuntura educativa”.

Esto sucede, por ejemplo, cuando se propone como prioridad identificar alertas y respuestas a las situaciones que se vienen presentando en el regreso seguro de los alumnos a las aulas. Así, por ejemplo: la precariedad de las condiciones de bioseguridad en muchos centros de estudios, falta de profesores, horarios inadecuados, salones reducidos, ausencia de recursos digitales, pero sobre todo “la exigencia de un metro en el distanciamiento social” que está generando que amplios sectores de las instituciones educativas vengan optando por la semipresencialidad y aun por la educación a distancia.

Lo señalado es mucho más que “coyuntura educativa”, son asuntos que no se pueden obviar y sobre los cuales debemos generar acciones de estudio académico urgente para “la incidencia y opinión educativa oportuna” y evitar mayores consecuencias negativas en los aprendizajes y el bienestar socioemocional de los estudiantes.