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Hay un político estadounidense llamado Rudolph Giuliani con el que no comulgo en lo absoluto, pero que una vez dijo una frase que hoy nos queda bien: “Es momento de que la aplicación de la ley se organice tanto como el crimen organizado”. Aunque la tragedia en Fiori no encaja bajo la figura de crimen organizado, la irrisoria informalidad y la ausencia de autoridad de la que fue consecuencia sí que se le parecen. Porque ayer fueron 17 muertos; pero el año pasado, en Camaná, fueron 44. Y un mes antes, en Pasamayo, 52. Y así.

Como siempre luego de la tragedia anual, las autoridades vienen reaccionando con asombrosa energía: clausuras masivas de empresas y terminales de transporte, con foto para la prensa. ¿Pero de qué sirven estas medidas mientras sean momentáneas y reactivas? Fiori -no olvidemos- estaba clausurado desde el año pasado, aunque eso no impidió que allí continúen operando, como si nada, los transportistas. El brillo de la ausencia de la autoridad pudo más que una clausura de papel.

Federico Battifora, una de las voces más autorizadas en seguridad vial en el país, me dijo en una entrevista que en cualquier país medianamente serio lo ocurrido en Fiori le hubiera costado el cargo al Ministro de Transportes y al equivalente al jefe de la Sutran. Aquí no solamente no pasó nada, sino que el Presidente recurrió a un vago lugar común al decir que el accidente “fue la culpa de todos”. Es cierto que la cadena de culpa es larga, y va desde las autoridades hasta los pasajeros. Sin embargo, para que las cosas funcionen, hay que señalar a responsables concretos. ¿Por qué operaban estas empresas en un lugar clausurado? ¿Dónde estaba la Sutran, autoridad encargada de supervisar, fiscalizar y sancionar el transporte interprovincial?

Es verdad que la informalidad ha gangrenado a prácticamente cualquier industria en el Perú. No obstante, en el caso del transporte interprovincial, esta cobra vidas: solo en el 2017, 512 personas murieron en accidentes en los que participaron buses interprovinciales. Los motivos varían, pero el elemento de la ilegalidad suele estar siempre presente: excesos de velocidad que nadie controla, ausencia de medidas de seguridad que no se sancionan y así. ¿Las autoridades? Bonito show y nos vemos en la próxima tragedia.