A la región Piura nadie la detiene, ni siquiera “El Niño”. Es el mayor polo de desarrollo económico en el norte del país, sin duda.

Incluso, se habla de que la cementera más grande de esta zona norte, ubicada en la provincia de Pacasmayo (región La Libertad), estaría por invertir en las canteras piuranas, donde el sector construcción crece sin freno.

A esta inversión se suma la reciente compra del Grupo Gloria a la empresa Maple de los Romero, el rentable proyecto Bayóvar, el puerto de Paita, entre otras inyecciones económicas.

A esto se suma que Sullana, una provincia piurana, sea una de las ciudades con mayor crecimiento sostenido en empleo a nivel nacional. Sin ser la capital de Piura, esta jurisdicción se puede jactar de tener retails a diferencia de otras zonas en el país.

Piura tiene todo a su favor para convertirse en la segunda ciudad más desarrollada del país, después de Lima, siempre y cuando sus autoridades sepan canalizar esta grandeza económica sin ahuyentar a los inversionistas, como suele pasar en algunos sectores de las regiones sureñas y de la selva, en donde con palos y piedras sus pobladores piden diálogo antes de poner un sol en sus tierras.

Por eso es importante que la región cuente con el proyecto de irrigación e hidroenergético del Alto Piura y el gobierno central atienda la necesidad de los piuranos de seguir creciendo con responsabilidad. Es urgente que esta administración de Ollanta Humala y las posteriores a esta se comprometan a poner la plata necesaria cada año para su ejecución.

La agricultura, la minería, la pesca, la energía (petróleo, gas), la construcción… aún queda mucho por hacer en Piura.