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La confesión de Jorge Yoshiyama ante la Fiscalía, sobre la entrega de cerca de 800 mil dólares -en efectivo- por parte de su tío Jaime Yoshiyama para simular aportes al partido fujimorista, le ha servido para librarse de la prisión, pero revela que quienes formaban el círculo íntimo de Keiko han estado mintiendo durante años sobre la manera en la que financiaban sus actividades. Es una vergüenza que los responsables de estos ilícitos hayan pretendido engañar al Perú entero y sigan pretendiendo justificar lo injustificable. Cero transparencia en lo que debería ser lo básico: quién está detrás de las campañas. O dicho de otro modo: de quién es la mano que mece la cuna. Ser candidato presidencial y hacerse el loco sobre quiénes son los aportantes de tamañas sumas a su campaña resulta vergonzoso. Keiko y sus más cercanos colaboradores han quedado al descubierto y muy mal parados. En la campaña del 2011, Rafael Rey integró la fórmula presidencial, por lo que haría bien en pronunciarse ahora al respecto. La verdad sale a la luz tarde o temprano, y hoy atestiguamos que uno cosecha lo que siembra. No hay hasta ahora ni arrepentimiento ni unas disculpas sinceras de ninguno de ellos por la vergonzosa confesión de Yoshiyama. Hasta antes de la revelación, uno podía discrepar y hasta dudar de la posición del fiscal Pérez, pero luego de esta confesión va a resultar muy complicado que se les crea algo a los investigados. Hay quienes sostienen que esto marcará el inicio del fin del fujimorismo.