El gabinete liderado por Fernando Zavala está haciendo una encomiable labor frente a los desastres que estamos enfrentando. La coordinación de las zonas afectadas por los distintos ministros, para soportar el fenómeno, parece ser un acierto. De alguna manera ha permitido que el Gobierno Central esté presente en cada una de las regiones afectadas, logrando que el país se mantenga informado de todo lo que está pasando, articulando entre ellos y buscando que las acciones que se implementan sean lo más eficiente posible dadas las circunstancias. Estamos viendo la importancia de un gabinete ejecutivo frente a uno político. También resulta muy positivo el despliegue de las Fuerzas Armadas y la Policía, acciones que están mejorando sustancialmente su imagen.

Resulta interesante comparar este actuar frente al del alcalde de Lima, paralizado, inexistente, evidenciando que no cuenta con el equipo de trabajo ni la logística para articular acciones, además de tener serios problemas con el diseño y ejecución de algunas de sus obras, bastiones de su popularidad.

Si bien en este momento es muy difícil poder evaluar la eficacia del trabajo realizado hasta el momento, parece claro que todas estas acciones le redituarán al Gobierno algunos puntos de popularidad -que buena falta le hacen-; sin embargo, esto puede jugarle en contra si es que las acciones necesarias para la reconstrucción no se implementan rápidamente. Ya sabemos que los ciudadanos de este país son poco pacientes, pero además debemos resaltar que de estas mismas acciones dependerá en gran medida la dinamización de la economía para este 2017.

Aquí es donde el Ejecutivo tendrá las mayores dificultades. Es en estas circunstancias, las actuales, cuando más evidenciamos la ineficiencia de nuestro Estado, la burocracia enraizada y la poca capacidad de muchas de las autoridades locales y regionales, lamentablemente, democráticamente elegidas.

Estamos ante una situación que ha exigido mucho a este Gobierno y lo seguirá haciendo. De los resultados a corto plazo dependerá su aprobación. Si son acertadas crecerá y el Gobierno se fortalecerá. De lo contrario, la aprobación termina de desplomarse y será casi imposible de recuperar, dejando el Gobierno en una posición muy vulnerable frente a la oposición. Esta gran crisis es una gran oportunidad que requerirá de astucia, trabajo y, por supuesto, de suerte para que el Gobierno la pueda capitalizar; esperemos que así sea por el bien del país.