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Parece cada vez más claro que el fujimorismo y el Frente Amplio serán un permanente dolor de cabeza para PPK. Los distintos gestos políticos que hemos visto dejan entrever una oposición que distará de ser constructiva, aunque pretendan que se vea así. Sin embargo, este no será el único frente político para PPK. El Perú tiene 25 gobernadores, de los cuales 20 pertenecen a movimientos regionales -los que han sido elegidos gracias a agendas políticas claramente regionales. Lo mismo podemos decir de los 1838 gobiernos locales, aunque estos individualmente tienen una menor relevancia política. Existe una excepción, que es la Municipalidad de Lima Metropolitana, por ser mucho más grande que los demás.

Hoy en día, los gobiernos regionales y locales manejan el 33% del presupuesto del Estado y pretenden manejar el 50% de este, según lo manifestaron en la primera reunión que sostuvo PPK con los gobernadores y alcaldes en el Cusco. Más allá de si esta demanda pueda o no ser atendida (probablemente no), el lograrlo implicaría disminuir el control del gasto, limitando su eficiencia. Este requerimiento presupuestal muestra que estas atomizadas fuerzas políticas requieren de un incremento de sus gastos para cumplir con sus propias agendas y con las promesas hechas durante las elecciones del 2014. Hay que tomar en cuenta que los gobiernos regionales ya vieron disminuido su presupuesto para el presente ejercicio, entre otras razones, por la disminución del canon minero.

Es importante recordar que muchos de estos representantes ganaron las elecciones con un discurso basado en la lucha contra el centralismo y la reivindicación de la voluntad regional, intereses que lamentablemente, en algunos casos, son opuestos a los intereses nacionales. Como ejemplo emblemático podemos citar a Cajamarca.

¿Cómo estos movimientos políticos o grupos de poder regional pueden generar presión en el Gobierno para que sus demandas sean tomadas en cuenta?

A diferencia de la oposición que se espera en el Congreso (que buscará darle poco margen de acción al Ejecutivo), la receta de las autoridades regionales es simple, y la hemos visto aplicada en un sinnúmero de oportunidades: la movilización social plasmada en paros regionales, bloqueos de carreteras, manifestaciones en las plazas públicas, etc. -sistema que resulta lamentablemente muy eficiente.

El proceso de descentralización tiene serias deficiencias que difícilmente se pueden subsanar. No hay voluntad política ni social para hacerlo, y si bien por el momento no parecen haber grandes conflictos a la vista, sería recomendable que el Ejecutivo realice un monitoreo constante y preste atención especial a todos los actores. No parece descabellada la creación de una entidad del gobierno que facilite el diálogo de las regiones. Bien manejado, este frente puede ayudar a incrementar la aprobación de la población que el Presidente necesita. Mal manejado puede ser una continua fuente de inestabilidad.