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La Constitución Política del Perú señala claramente que el responsable de la política internacional es el Presidente de la República; así de claro y conciso. Sin embargo, los profesionales de las relaciones internacionales son nuestros diplomáticos albergados en la Cancillería.

A través de la historia, la diplomacia peruana ha contado con excelentes miembros que nos han prestigiado a nivel internacional en todos los foros existentes; no obstante, muchas veces también los resultados de las negociaciones no han sido favorables al Perú por la intromisión política de los presidentes, que han orientado según su criterio, imponiéndose sobre las recomendaciones realizadas por su canciller y cuerpo diplomático. La Constitución también faculta al gobierno de turno a designar hasta un 20% de embajadores políticos, donde nuestro Presidente debería nombrar a peruanos notables no diplomáticos que ayuden a mejorar nuestras relaciones supuestamente superando el trabajo de los diplomáticos de carrera; sin embargo, esta facultad es a veces mal usada y se nombran embajadores para pagar favores políticos a gente sin condiciones y sin conocer el idioma del país en el cual nos representarán. El mundo ha cambiado. La globalización ha hecho que las embajadas de los países, además de sus tareas habituales, sean representantes comerciales que abran mercados, que apoyen los tratados de libre comercio, que sean los puentes para facilitar nuestras exportaciones y mejorar nuestras necesarias importaciones.

Exijamos que nuestros diplomáticos hagan el rol al que están destinados, pero también la actuación del Presidente en estas materias debe coadyuvar al éxito y no entorpecer la labor de nuestra Cancillería.