Son impresionantes las denuncias de muchas personas que manifiestan haber sido víctimas de tocamientos indebidos, incluso el testimonio de una persona que acusa directamente a Luis Figari, fundador del Sodalicio en Perú, quien dice que cuando tuvo 15 años allá por 1975 este delincuente lo violó y nunca pudo denunciarlo, porque era la persona más importante y el líder de la comunidad.

Desde que aparecieron las primeras denuncias, una fiscal se hizo cargo de las investigaciones y archivó el caso, porque no encontró indicios razonables para hacer la denuncia ante el Poder Judicial.

Sin embargo, una investigación desde el mismo Sodalicio acusa a Figari y otros más; los testimonios son desgarradores.

Muchas personas hoy adultas manifiestan que cuando fueron adolescentes, los escogieron para que fueran sodálites bajo el mando de este monstruo llamado Figari, y lo acusan directamente de tocamientos indebidos y de violación.

Todo el país se ha enterado de este bochornoso caso, pero a nuestro cardenal Juan Luis Cipriani ni la tos le da, no dice nada, no condena nada, encubre a una pandilla de violadores, que se merecen no solo la cárcel sino el repudio de toda la sociedad.

Cipriani debería ser mucho más enérgico contra las violaciones de Figari y compañía, o tal vez piensa que los ultrajes de estos delincuentes son otra cojudez, como hace años se refirió en esos términos a los derechos humanos.