La alianza entre el APRA y el PPC convocaría, en cualquier sociedad civilizada, el reconocimiento al esfuerzo de dos colectividades políticas serias por proponer un proyecto responsable. Tanto el APRA como el PPC son los partidos con estructura partidaria, que responden a ideologías que aparecen a nivel mundial como una forma de superar la dicotomía liberalismo vs. comunismo, y que han marcado hechos importantes en la historia del Perú.

Al PPC le debemos la incorporación del concepto de “economía social de mercado” en la Constitución de 1979 y al APRA su lucha por décadas por la democracia y los derechos sociales. Son los referentes locales de las principales corrientes ideológicas en el mundo. Sus miembros se distinguen por su formación y capacidad política en nuestro Parlamento actual, invadido por ganapanes y aventureros.

¿No es acaso positivo que partidos políticos consoliden una oferta de gobierno seria y predecible?

Lamentablemente, una sociedad que privilegia el escándalo antes que las ideas, con contendores que usan el insulto porque no pueden articular dos conceptos seguidos, no está en condiciones de reconocer el valor de esa probable alianza. Las discusiones son tan elementales, que cuando PPK planteó algunas propuestas económicas estas no pudieron ser discutidas seriamente ante la aparición de una serie de adjetivos. Igual ha pasado con lo planteado el pasado viernes por Alan García. La señora Fujimori va primera en las encuestas y aún no se le escucha una idea seria para un probable gobierno suyo.

Y no nos engañemos. Gran responsabilidad de todo esto está en los medios de comunicación, que privilegian lo que vende antes que las ideas y los planes. Y ya conocemos cuál será el resultado de esto.