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Desde que renunciara Alberto Fujimori a la Presidencia de la República, el fujimorismo ha participado de todos los procesos electorales, incrementando cada cinco años su votación hasta llegar a la presente en que ha tomado la mayoría parlamentaria. Los presidentes electos en ese mismo periodo -Toledo, García y Humala- han tenido en este último proceso una participación deslucida. El fujimorismo se ha ido fortaleciendo en democracia.

Estas elecciones significan también la cancelación de una generación política. Toledo y Alan García, ambos expresidentes en este siglo, han recibido el mensaje de su jubilación. De igual manera Lourdes Flores, que aunque más joven, pertenece emocionalmente a la misma generación. Y en la izquierda, Verónica Mendoza ha jubilado a la histórica generación que apareció en los 70, y cuyo último rezago es Manuel Dammert.

Estas elecciones han significado también un respaldo al modelo económico surgido de la Constitución del 93, el mismo que ha sido respetado por todos los gobiernos de este siglo y que ha permitido reducir la pobreza a niveles nunca antes visto en nuestra historia republicana. Ochenta por ciento de los votantes han respaldando ese modelo. Pero hay participaciones, como la de Barnechea, que han llamado la atención sobre la necesidad de realizar correcciones en defensa del ciudadano. La reciente ley que realiza modificaciones al sistema de AFP son una señal de esos nuevos tiempos

Los dos candidatos aún en carrera deben aprender a leer estos resultados. No se trata de ofertas, ni de canciones simpáticas. Los ciudadanos están buscando un ideal, una propuesta de sociedad, un modelo que nos dé esperanza.