El Gobierno Regional de Junín, intoxicado por escándalos y denuncias, no tiene calma desde hace mucho tiempo. Por estas horas, un caso, que parece el inicio de una espiral autodestructiva, ha causado conmoción en el centro del país. El gobernador regional Ángel Unchupaico ha solicitado garantías ante el Ministerio del Interior y el Ministerio Público porque quieren atentar contra su vida. Responsabiliza nada menos que al vicegobernador regional Peter Candiotti.

Unchupaico presentó como prueba un audio en el que Candiotti habla de una declaratoria de guerra, que pasará lo que tenga que pasar y que el 15 de enero (el gobernador) se va a ir a la m…

Es evidente que la relación entre los conductores del GRJ debía ser estrecha, con elementos de identificación y unidad, con objetivos comunes para servir a la población. Sin embargo, en este caso no hay ni simpatía mutua. Ambos han emprendido una ruta peligrosa en la que el odio entra en juego. Cuando se agreden, se dicen de todo y hay acusaciones de planear un asesinato, esas cosas ocurren porque se odian.

Los hábitos destemplados, discusiones y desencuentros parecen simples y comunes pugnas internas frente a la tenebrosa realidad al interior del GRJ, donde su autoridad máxima denuncia ante la fiscalía a su segundo por actos contra su vida.

Candiotti se ha defendido diciendo que el audio ha sido editado y que teme por su seguridad. Lo cierto es que el vicegobernador nunca se pudo conectar al grupo que gobierna en Junín y muchas veces pareció olvidado en algún rincón de la sede del GRJ.

La imposibilidad de esbozar una relación responsable entre las máximas autoridades del GRJ genera debilidad institucionalidad y desconfianza de la gente.