Keiko Fujimori apareció el fin de semana al lado de Vladimiro Huaroc, expresidente de la Región Junín y de Fuerza Social, quien además fue alto Comisionado de la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad de la PCM, desde donde promovió el diálogo como mecanismo para la prevención de conflictos sociales. Este es sin duda un jale bastante interesante para el partido que lidera la intención de voto en las elecciones 2016.

Mientras tanto, Susana Villarán reacciona con indignación. “Una persona que abanderó la justicia social, la descentralización, los DD.HH., la democracia, hoy en día se pasa al lado de una mujer que representa la criminalidad y la corrupción. Es una traición”, sostiene.

Y es que para la “democrática” izquierda peruana, la madurez del Perú pasa necesariamente por excluir al fujimorismo del tablero de juego. En una entrevista con El Comercio, Julio Cotler descarta de plano cualquier posibilidad a un nuevo fujimorismo. “(Keiko) viene con los cuadros y operadores del padre. (Alberto Fujimori) opera como si fuera (su operador). No sé si (Keiko) va a tratar de marcar distancia, pero estoy seguro de que no se va a poder separar”, manifestó.

A raíz de las declaraciones de Keiko en Harvard, donde consideró que el informe de la CVR “fue positivo para el país”, el expresidente de la CVR Salomón Lerner Febres sostuvo que si Keiko realmente creía en lo dicho, no se deberían interponer más recursos judiciales destinados a liberar a Alberto Fujimori de la prisión. No dijo nada de las demandas de los terroristas contra el Estado Peruano ante la CIDH.

Esa doble moral de la izquierda, esa naturaleza totalizadora, ese pensamiento hegemónico que buscan imponer. Y parecería que Keiko, por complacerlos, estaría optando por distanciarse de los fujimoristas duros. Más allá de los nuevos jales, ¿quiénes serán los operadores políticos del fujimorismo? ¿Quién su Mulder, su Velásquez Quesquén?