La sorpresiva cantidad de votos de más obtenidos el domingo último por Luis Iberico frente a la lista liderada por Vicente Zeballos para la presidencia del Congreso ha evidenciado (otra vez) el nivel de aislamiento y falta absoluta de control y manejo político de Palacio frente a sus propios partidarios y colaboradores en el Legislativo (los que le quedan, ya ni siquiera hablar de la oposición).

El que emblemáticos gobiernistas como Daniel Abugattás y Omar Chehade no se hayan ahorrado duras críticas contra el Ejecutivo a 12 meses de la partida, es reflejo de un grave deterioro de las relaciones en el oficialismo.

El hecho es de suma preocupación. Más allá de que revele las malas formas, la improvisación y la incapacidad de Palacio, solo pensando en el país y en sus urgencias, el Perú merece y merecía mucho más que el espectáculo al que estamos asistiendo.

Esperar alguna reforma de fondo de la actual gestión es ya una utopía, pero atendiendo a la cantidad de normas y decisiones urgentes y necesarias para el país que deben pasar por el tamiz y la decisión del Congreso, obligaba al Gobierno a conducirse con un mínimo de responsabilidad frente a su propia gente.

En tal contexto, las primeras declaraciones de Iberico que apuntan a reforzar la gobernabilidad, la cooperación y la concertación de esfuerzos genera mucha tranquilidad. El flamante presidente del Legislativo, pese a que reconoce una campaña electoral ya iniciada y la necesidad de afirmar el control político, muestra su voluntad de rescatar una agenda mínima congresal, e incluso, insta a que los informes finales de algunas comisiones claves como la de los casos Belaunde Lossio y López Meneses, por ejemplo, sean emitidos y discutidos por el pleno antes de entrar a la “fase dura” de la contienda para el 2016.

Vistas las cosas desde el enfoque colaboracionista de Iberico con el Ejecutivo, quien sabe si le termina haciendo un favor a Palacio para favorecer un manejo más eficaz de su gestión sin menoscabar el rol fiscalizador.

Ojalá que Pedro Cateriano y sus ministros entiendan y aprovechen que con una mesa opositora en el Congreso se pueden abrir más posibilidades que limitantes en la perspectiva de una transición pacífica y ordenada hacia el próximo año, independientemente de que sus jefes Ollanta y Nadine hayan arrancado ya la campaña.