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Un país entero llora sin límites, está indignado, exige explicaciones y castigo para un miserable que violó y asesinó a una niña de 11 años, a quien sin compasión alguna le quitó de un tajo su derecho a vivir. La terrible muerte de Jimenita, la hija de todos, es aún noticia de primera plana a casi dos semanas de su desaparición y marcará un antes y un después para millones de peruanos que ya se cansaron de vivir en medio de la violencia, que piden a sus autoridades mano dura, respeto a la ley y que de una vez por todas se empiece a trabajar en todas las instancias para poder vivir en una sociedad civilizada. Y ya es hora también de que los ciudadanos para poder visibilizar sus denuncias no tengan que acudir a los canales de televisión para que finalmente las autoridades, a quienes les compete tomar acciones respecto a determinada denuncia, empiecen a trabajar y les hagan caso. Porque, valgan verdades, a pesar de que los medios de comunicación, especialmente la televisión, son usualmente criticados por algunos excesos y contenidos, su labor en la denuncia de la desaparición de Jimenita logró que el caso tomara la importancia que por derecho le corresponde a cualquier ciudadano. Si no hubiera sido porque los noticieros de televisión difundieron esa imagen en la que el asesino de la niña la llevaba en su bicicleta rumbo a la muerte, no se hubiera identificado al autor del crimen, lo que posibilitó su posterior captura. Porque hay que anotar que el video que entregó la Policía no incluía esa imagen, tan vital para que se descubriera el trágico final de la niña. Igualmente, gracias a la difusión en los respectivos informativos de las quejas de los vecinos de San Juan de Lurigancho respecto a cómo se manejaba la comisaría del sector y de las irregularidades que allí se cometían, los altos mandos de la Policía Nacional decidieron relevar a todos sus efectivos. Hay una realidad palpable que hay que afrontar y que tampoco es una novedad: la falta de efectividad de nuestras autoridades policiales y judiciales ha llevado a que los ciudadanos confíen más en los medios de comunicación para denunciar hechos que en las instancias pertinentes, las que luego, al hacerse estos hechos mediáticos, les toman recién la importancia debida. Eso no debería ocurrir bajo ningún caso. Hay que trabajar duro para que nuestras instituciones funcionen, cumplan su rol, así nos daríamos cuenta de que estamos rumbo a crecer como nación.