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Keiko Fujimori es la que más pierde con la censura a Jaime Saavedra. Su bancada trató al ahora exministro con prepotencia y agresividad, algo que el elector promedio no ve con buenos ojos. El costo político será alto. Hacer leña del árbol caído en el grupo #Mototaxi, tal como lo reveló este diario, la distanciará de los que votaron por ella en la segunda vuelta. Es simple, en el Perú la víctima gana; y en esta crisis, los fujimoristas han sido los verdugos.

La vara con la que han medido a los responsables políticos puede medir ahora a Luz Salgado, tras la avalancha de denuncias contra el Congreso. La irregularidad en la compra de computadoras, las costosas canastas, los estacionamientos, la exoneración del tope salarial y hasta los turrones deberán explicarse por la propia Salgado, a la sazón de este novedoso temperamento con el que los fujimoristas miden la corrupción.

La presidenta del Congreso, como sabiendo lo que se le viene, fue a su curul para defenderse en voz alta. Después de los costos políticos en rojo para Keiko, será Salgado la que sentirá más los golpes de esta mala decisión de censurar a un funcionario honesto y bien intencionado.

El gobierno sale magullado tras este trance. Más allá del sucesor de Saavedra, PPK debe ponerse firme. Cuadrar a su bancada para que no le vuelvan a salir con las inconsistencias que acompañaron esta crisis (Sheput y Heresi vs. Meche y Bruce). Lo otro, tal como lo planteamos en esta columna, PPK debe conversar en privado con Keiko. No ese diálogo que queda muchas veces para la foto. PPK y Keiko deben hablar fuerte y claro, pero a solas.

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