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Es indudable que el voto de confianza otorgado por el Congreso de la República al gabinete Zavala es una gran noticia para el país. Sin embargo, es importante tomar en cuenta que la razón principal de esta histórica votación (además de las coincidencias en los planes de gobierno de Peruanos Por el Kambio y Fuerza Popular) es la alta aprobación presidencial con la que comienza este gobierno y la desaprobación de Fuerza Popular, lo que le daba muy poco margen político para oponerse al gabinete actual (80% de la población pensaba que Fuerza Popular debería aprobar el gabinete, según la última encuesta de Ipsos de agosto). Queda demostrado que mantener la aprobación presidencial alta legitima al Gobierno y ayuda a que las fuerzas políticas puedan orientarse hacia sus objetivos. Comprobada la importancia de esta variable, cabe preguntarse si este gobierno será capaz de mantener una alta aprobación durante su gestión.

Si revisamos los resultados de la última encuesta de Ipsos, veremos que las expectativas de la población con respecto a los resultados que debe lograr el Gobierno son muy altas. Aquí algunas de las expectativas: mejora de la educación pública (61%), mejora de la infraestructura (58%), mejora de la salud pública (58%), mejora del empleo (57%), mejora de la economía (57%) y disminución de la pobreza (48%). En resumen, el 52% de la población piensa que estaremos mejor al finalizar el gobierno del presidente Kuczynski.

La población no tiene mucha paciencia y esperará que en poco tiempo se vean acciones y también resultados acordes. El plan de recompensas del ministro Basombrío o el cambio en los horarios de atención en los establecimientos de salud de la ministra García son acciones concretas y bien comunicadas que ayudan a la aprobación, por ello el reto del Gobierno será mantener una pauta consistente de acciones bien comunicadas que, además, generen mejoras que la población vaya percibiendo en su vida diaria.

El riesgo más grave del deterioro de la aprobación está en el ámbito económico. Los empresarios están con un optimismo muy cauteloso y las perspectivas de la economía a nivel mundial no son las más alentadoras. A corto plazo, el incremento del gasto público será el único motor, o al menos el más inmediato, para impulsar la economía. Lo difícil es que su ejecución no depende totalmente del Ejecutivo. Es por ello que urgen medidas que destraben proyectos de inversión privada y que ayuden a impulsar el crecimiento y el consumo. Una apuesta rápida del empresariado ayudará a que el jefe de Estado y el gabinete no decepcionen a corto plazo las expectativas de la población y hará que el Gobierno mantenga la capacidad política de lograr las reformas que necesitamos.