La huelga de maestros continúa y el Gobierno no tiene una estrategia clara para resolver el problema. La mayor parte ya está en sus lugares de origen, muchos dictan clases y otros se reintegran.

¿Quiénes son los rebeldes huelguistas? Son quienes no quieren evaluaciones porque saben que van a desaprobar y perderán su chamba, pero esa es la única manera de mejorar la calidad de la enseñanza, tan venida a menos. El Gobierno ya debe tomar medidas más drásticas, como declarar la huelga ilegal e imponer el orden perdido.

Si ya se sabe que en anteriores huelgas nunca firmaron un acuerdo de levantamiento de la medida de fuerza, entonces lo que queda es -dentro del margen de la ley- poner mano dura.

El tema de la meritocracia debe continuar, pese a que la camarilla de “comechados” que toda la vida viven amparados en la dirigencia y aupados en el sindicato no lo quieran. Por eso tienen miedo a las evaluaciones, porque no rinden, no saben, engañan a los muchachos.

Lo peor que puede hacer este gobierno es negociar la meritocracia; ahí sí estamos perdidos todos.

Nuestro inefable Congreso seguirá con la interpelación, veremos pronto encendidos discursos en favor de la educación de los pobres, y cada quien se hará notar para tentar nuevamente seguir en su curul y no perder la mamadera.

Los congresistas también deberían pasar por una evaluación a medio periodo, y renovar por tercios el Parlamento, tan venido a menos.