Es inaudito y provocador poner en la agenda como una posibilidad cercana el tema de la vacancia presidencial. Es además inconsistente y burdo, pues se han esgrimido razones que escapan largamente a la única razón que desde el punto de vista constitucional justifica una decisión legislativa de este tipo: la “permanente incapacidad física o moral (del Presidente de la República) declarada por el Congreso” (artículo 113 de la Constitución). Físicamente, Pedro Pablo Kuczynski es una persona saludable pese a su edad. Cualquiera de nosotros, a los 78 años, es probable que no exhiba las condiciones de movilidad y fortaleza de las que hizo gala en la campaña, visitando zonas de altura y, actualmente, ejercitándose con disciplina y esmero aun en estos tiempos de intenso ajetreo político. Moralmente -en su acepción ético-legal- se ha dicho que Kuczynski podría ser afectado por el caso “Lava Jato”, específicamente por haber exonerado del SNIP la construcción del Corredor IIRSA Sur II cuando era premier en 2005. Al final, el firmante de la exoneración, el entonces ministro Javier Sota Nadal, ha desechado cualquier ilícito. Además, PPK deberá aclarar, sin duda ante la Fiscalía, por qué se festinaron trámites para levantar la restricción que tenía Odebrecht de ganar una licitación si litigaba contra el Estado. Se usó entonces un proyecto de ley que presentó el chakano Gilberto Díaz. No obstante, aun si estos casos pueden abonar de desperdicios el terreno de la especulación, están muy lejos de servir de munición para los francotiradores de gatillo fácil o los agoreros de la perturbación. Prever un escenario que pasa de la exageración a lo absurdo no es análisis, es promover la anarquía.

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