Es increíble como Maduro todavía puede seguir como presidente de Venezuela después de batir todos los récords de negligencia y estupidez en el manejo de la economía de su país.

Venezuela está arruinada económicamente teniendo las reservas de petróleo más grandes del mundo. Hoy en día los venezolanos de clase media han perdido por lo menos el 10% de peso en una dieta involuntaria que ya suena a tragicomedia; hemos visto cómo la gente rebusca la basura para ver si encuentra algo de comer.

Maduro, aquel chofer del metro de Caracas, ahora presidente de su nación por obra y gracia de otro dictador como Hugo Chávez, cree torpemente que puede concentrar todo el poder en él. Hace muy poco disolvió el Congreso al estilo Fujimori, empoderó a un grupo de jueces para que usurpen las funciones de los congresistas; menos mal que los jueces, después de permanecer calladitos y observando las protestas tanto internas como externas, se deshicieron del presente griego y Maduro tuvo que retroceder y validar de nuevo al Congreso.

Han metido presos a los líderes de la oposición como Leopoldo López, han agredido físicamente a congresistas; Maduro hace lo que le da la gana hasta ahora.

Pronto aparecerá un grupo de militares institucionalistas que tomarán el poder y convocarán a elecciones y Maduro se asilará en Cuba, que gustosamente lo recibirá por todo el petróleo que regaló a la isla.