Desde el inicio de este gobierno, cuando había quienes visitaban Palacio para conversar con ella y celebrar su apetito de poder, advertimos sobre los riesgos que significaba el enorme poder que venía concentrando la señora Heredia. La resolución de ayer del Poder Judicial es una muestra de ese poder: a Nadine Heredia no se le puede investigar.

La decisión de la justicia peruana es lamentable porque se viene demostrando que la investigación realizada hace unos años fue deficiente. Hoy ha quedado demostrado un modus operandi en el que la señora Heredia usa las cuentas bancarias de sus familiares y amigos para evadir los controles legales. Su hermano, su mamá, su cuñada, su mejor amiga aparecen en estas operaciones típicas del lavado de dinero, y que no fueron detectadas en la anterior investigación fiscal. Hoy queda claro que las consultorías que alega la señora Heredia son una ficción para encubrir el dinero que venía de Venezuela, de la dictadura chavista.

Hemos entrado en un camino oscuro. La señora Heredia ejerce un poder que no tiene control, ni político, ni judicial. Seguirá con su vida dispendiosa que ofende a la mayoría de peruanos. Seguirá ordenando a los ministros, seguirá disponiendo lo que debe discutir el Parlamento.

Ahí donde hay un poder sin control, no hay una democracia. Funcionarios probos, como los de la Unidad de Inteligencia Financiera o el fiscal Rojas, y periodistas independientes han dado los últimos días una lección a la supuesta oposición política. Pero la señora Heredia no podrá escapar por mucho tiempo de la verdadera justicia. De esa que castigará sus abusos de poder.