Cuando este proceso electoral comenzó a tomar cuerpo, parecía que la seguridad ciudadana seria el eje de los debates. Hasta que apareció Alfredo Barnechea y su propuesta de revisar los contratos de exportación del gas. Los voceros periodísticos de la Confiep saltaron en búsqueda del candidato. Lo acusaron de izquierdista, estatista, de demagógico. PPK dijo que debiera ir a la universidad a estudiar, insultó a un periodista arequipeño que se atrevió a tocarle el tema, para terminar aceptando que esos contratos tienen que revisarse. Ayer el diario Gestión informa que se han detectado más embarques que han sido a enviados a destino distinto a lo pactado por la empresa con el Estado peruano. Es una nueva violación, que puede determinar la nulidad del cuestionado contrato.

Son temas que a los voceros del empresariado les disgustan, pero que distinguen lo que es una economía de mercado con una mercantilista, donde los intereses empresariales son los que se anteponen a los de la sociedad. Hay quienes, sin la menor vergüenza, defienden una economía donde las empresas tengan la sartén por el mango, y donde el Estado no deba defender los intereses ciudadanos. “Dejar hacer” repiten cual mantra.

Quizás ese sea lo más valioso que ha producido esta elección: Que por momentos hemos tenido la oportunidad de discutir sobre el papel del Estado en una economía de mercado moderna, donde los ciudadanos son protagonistas, y los intereses empresariales se subordinan a los del país. El gas, la banca de consumo, las medicinas son temas que han entrado a la agenda pública, gracias a este proceso electoral.