Habría que ver los detalles de la encuesta del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) que citó el ministro del Interior, Carlos Basombrío, durante su interpelación en el Congreso en la semana que pasó, pues es difícil de creer que para los peruanos la delincuencia que nos golpea a diario haya dejado de ser su principal problema.

Ojalá sea cierto lo que dice ese estudio del INEI y que en verdad refleje la realidad. No obstante, hay muchísimo por hacer para frenar la ola de robos, extorsiones, asesinatos por encargo, asaltos y usurpaciones de terrenos. A eso se suma la debilidad del sistema carcelario, que no impide a los delincuentes dejar de actuar una vez que están tras las rejas.

Otro punto flaco en la lucha contra el delito, por más esfuerzos que haga la Policía, está en el Poder Judicial y el Ministerio Público, que en muchos casos, por corrupción o ineficiencia, juegan en favor de los delincuentes, que suelen ser beneficiados con puestas en libertad o arrestos domiciliarios a pesar de sus amplios prontuarios.

El ministro Basombrío, por cuestiones propias de la coyuntura política, ha pasado la prueba de la interpelación y al menos por el momento no se aprecian intentos de censura.

Sin embargo, en esta segunda oportunidad debería no solo trabajar intensamente por la seguridad a pesar de una dudosa encuesta, sino también ayudar a convertir al Ejecutivo en un gran coordinador, para que todos los estamentos del Estado, incluyendo a los alcaldes, trabajen para lograr un mismo objetivo.