La historia del famoso astrofísico y cosmólogo británico Stephen Hawking es narrada en “La teoría del todo”, cinta que estuvo nominada a cinco premios Oscar y solamente obtuvo el galardón al mejor actor principal para Eddie Redmayne, cuya actuación -no puede negarse- luce sumamente trabajada desde lo físico y lo emocional.
El realizador James Marsh ha construido el relato a partir de un libro escrito por Jane Wilde, la primera esposa de Hawking, y se concentra principalmente en las relaciones familiares del científico, sobre todo la mujer que permaneció a su lado por más de 25 años y le dio tres hijos.
La película descubre rápidamente el talento de Hawking -impecablemente caracterizado por Eddie Redmayne- para las ciencias. Su entusiasmo por haber ingresado a la Universidad de Cambridge y poder doctorarse allí será tan importante para él como haber encontrado el amor correspondido en la joven Wilde (Felicity Jones). Sin embargo, tan promisorio futuro personal y profesional estará a punto de perderse.
La terrible enfermedad neurológica degenerativa que le es diagnosticada -y que eventualmente acabará postrándolo en una silla de ruedas- echará por tierra todas sus ilusiones. Sin embargo, ahí estará Jane para rescatarlo del abismo, obligarlo a encarar de frente el problema y buscar la manera de superarlo.
UNA LUCHA INCANSABLE. Marsh expone con fluidez, haciendo buen uso de las elipsis, la incansable lucha del discapacitado científico ante la adversidad. Hawking va logrando imponer sus teorías sobre las singularidades espacio-temporales, mientras intenta construir un hogar más o menos estable al lado de una mujer que cree firmemente en él y lo apoya incondicionalmente.
La historia real señala que hubo problemas conyugales complicados entre Stephen y Jane, que el romanticismo inicial se fue diluyendo con el paso de los años. En ese sentido, el cineasta prefiere sugerir estas dificultades o eludirlas con elegancia, mostrando lo esencial de una relación que, todo parece indicar, fue muy profunda. Inclusive, la cercana amistad de Jane con un profesor de música -con quien ya divorciada del científico finalmente se casó- está planteada muy sutilmente.
La mayor virtud de la cinta radica en las actuaciones, los mayores soportes de la narración. El gran trabajo de Redmayne sorprende por su total entrega al personaje. La suya es una suerte de metamorfosis labrada en todos sus detalles, minuciosa en los gestos y movimientos corporales, e incluso en la ausencia de movimiento. El propio actor ha confesado que fue una labor ardua y hasta físicamente dolorosa transformarse en Stephen Hawking. A su lado, Felicity Jones está magnífica en el rol de Jane, bella y conmovedora a la vez.