Si los dirigentes del Apra y el Partido Popular Cristiano (PPC), los dos grupos políticos más organizados y tradicionales del país, están peleándose entre sí por la poca carne que queda en el hueso, los más fortalecidos son los candidatos de las “nuevas” organizaciones, PPK, APP y Fuerza Popular.

Es común que en organizaciones grandes, como el Apra y el PPC, las pugnas internas afloren con mayor notoriedad, más aun en la previa de la campaña electoral. Y es que las luchas de poder y de manejo político que embargan a sus dirigencias no son de ahora, sino que se originan por los cambios generacionales y la alternancia de sus directivas.

En el club de Haya de la Torre, donde hay un buen número de apristas de segunda línea, llámense Jorge del Castillo, Omar Quesada, Javier Velásquez y Mauricio Mulder, el control del partido recae en estos nombres, incluso sin la supervisión de Alan García, quien está abocado a la campaña.

Lo mismo pasó en el segundo gobierno aprista, en el que Alan García repartió el poder partidario para evitar un resquebrajamiento más visible, de tal manera que designó a dos secretarios generales (Del Castillo y Quesada). Ahora le toca el turno a Mulder, la mejor carta aprista en la política de segunda línea, quien es capaz de enmendarle la plata al exprimer ministro.

El Apra comienza a dispararse a los pies, y en vez de captar nuevos votos vendiéndose como un grupo tradicional y organizado, muestra un desorden que preocupa.

En el PPC, las relaciones entre el presidente del partido Raúl Castro y la lideresa Lourdes Flores -tal como los denomina el histórico Luis Bedoya Reyes- están tensionadas. El comando del partido, conducido por ambos personajes, no comulga y su ruptura ha empeorado luego del coqueteo de Flores con su rival político, el aprismo.

El asunto político del pepecismo se pone color de hormiga porque tampoco cuenta con un candidato presidencial propio. Sin Lourdes Flores como figura nacional, el PPC solo es un espejismo en los finos barrios de Lima; mientras que en provincia hace rato que su presencia se ha diluido por la falta de identificación política.

Tanto el Apra como el PPC, juntos y revueltos o de lejitos, deberán cambiar la estrategia de conducción partidaria si no quieren minimizar sus posibilidades de gobierno y de representatividad en el Congreso de la República. Por mientras, quienes aplauden desde la tribuna son los grupos sin ideología pero con fines de gobierno y poder: Fuerza Popular, PPK y APP.