En este supuesto “Día D” para el gobierno de Ollanta Humala, la pregunta válida es: ¿cómo llega al diálogo y qué lo obligó a propiciarlo, con la premier Ana Jara como cabeza de turco?

Veamos. Sabido es que la credibilidad de la pareja presidencial ha ido de más a menos, y esta depreciación política frente a los ojos de las mayorías está anexada necesariamente a hechos que lindan con la corrupción, cuando menos.

El ilegal resguardo a la residencia de Óscar López Meneses; la implicancia de Martín Belaunde Lossio en “La Centralita” y su posterior fuga a Bolivia (acusado de peculado y asociación ilícita para delinquir); las “metidas de pata” de varios ministros (lo último de Carmen Omonte fue realmente lamentable: el maltrato a su empleada del hogar); los disloques de Daniel Urresti; la luz ámbar en que se ha manejado Pedro Cateriano en Defensa; el espionaje a líderes de la oposición y a la propia vicepresidenta de la República, Marisol Espinoza; la “Ley Pulpín”, derogada finalmente por la presión popular; la desaceleración económica; la incontrolable inseguridad ciudadana; las sospechas que pesan sobre Nadine Heredia por lavado de activos, alimentadas ahora por la compra de dos residencias a manos de su madre... y un largo etcétera componen la data que espera sobre la mesa.

¿Qué pasará después del diálogo de hoy, al que faltarán Keiko Fujimori, Alan García y el propio Alejandro Toledo? Creemos que no habrá moros en la costa porque la gestión Humala-Heredia ya agotó sus fichas y las 15 agrupaciones “cascarones” que asistirán, no tienen la convocatoria para cambiar la historia.