Creo que China, sabiendo que sería inevitable, ha dejado caer sus bolsas para reorientar sus capitales a la demanda inmobiliaria o al consumo interno y que, al mismo tiempo, ha devaluado el yuan para abaratar sus exportaciones. Ahora podrían bajar su tasa de interés. Busquemos la lógica en su pensamiento paciente y de muy largo plazo.

Como el crecimiento chino enriqueció a decenas de millones de familias chinas, estas habían orientado sus ahorros a la especulación bursátil, al extremo de inflar en exceso los precios accionarios. Al desinflarse estos, la conducción china se ha limitado a tomar algunas medidas para amortiguar la caída, sabiendo que ese dinero se reorientará a la adquisición de los millones de inmuebles ya construidos y que todavía no han encontrado compradores. Luego de ello, indefectiblemente, la construcción, ahora detenida, se reactivará.

Claro, desde nuestra perspectiva, dejar caer la bolsa convierte a nuestro mercado en un lugar indeseable para los capitales externos, pero eso ocurriría en una bolsa en condición de frontier marker como la nuestra. Por el contrario, la bolsa china, que expresa el gigantismo de esa economía, ha originado una caída en serie de las otras bolsas del mundo, con lo que la paridad entre estas y la de China se mantiene. Cuestión de escala. Creo que todo esto lo tiene muy claro la dirección del PC chino, que adicionalmente deja que esa caída efectúe una “limpieza” de las empresas menos productivas, de servicios, startups o de comercio, que eran las más infladas, como podrían ser las de Alí Babá.

Y, complementariamente, devalúa el yuan para hacer más competitivas las mercancías que producen las empresas productivas cotizadas en bolsa que, así, podrán aumentar sus ventas al mundo. Y de esa manera contendrán también la caída en el precio de sus acciones. Creo que esto, por su parte, lo tienen claro los inversionistas internacionales, que confían, a mediano plazo, más en la gran dimensión que en los sobresaltos cuando se trata de China o de los papeles norteamericanos. Ya en los años anteriores comprobamos cómo, aun en los momentos de mayor debilidad del dólar o de los datos económicos americanos, la compra de los bonos del tesoro cobró mayor valor como refugio.

Abaratando sus productos, China compensa la debilidad de sus compradores mundiales, pero también se anticipa a la siempre anunciada subida de las tasas de interés de la Reserva Federal norteamericana. Así, reduce el precio de sus acciones, impulsa sus ventas y de esa manera abarata integralmente su economía, mientras que la norteamericana se encarecerá ligeramente con el aumento del interés para contener su inflación, la cual, por su parte, también la encarecía. En otros términos, el capital que huiría de los emerging markets cuando se aumente el interés americano, ya huyó de China, y una gran proporción del capital de su bolsa, que era de las familias chinas, se deflactará y se orientará al consumo y al sector inmobiliario. Todo ello, además, con la energía y el petróleo a precios mínimos, gracias a EE.UU. y su shale gas. Tal vez ahora el siguiente paso sea bajar los intereses. Y con todo eso, la hegemonía china sobre el comercio mundial se mantendrá o, tal vez, crecerá, pero en consecuencia volverá a demandar nuestros minerales y alimentos de alto contenido proteico.

Nada mal para una economía aún emergente, pero de 1400 millones de seres humanos. Y así, lo que sería pésimo en un país de 30 o de 50 millones de habitantes, no lo es para una macrosociedad. Y lo que para nosotros sería un meteorito inesperado, es para ellos un pequeño imponderable a aprovechar por la dirección y por la paciencia de un cerebro colectivo milenario. Sostuve en Confucio y la Globalización que los políticos occidentales deberíamos estudiar más la cultura de China, presente en su economía, antes que anunciar ilusamente su caída, cuando en realidad somos nosotros los que caemos. Vivimos movimientos de adecuación a la nueva bipolaridad económica EE.UU.-China, y si sabemos anticipar esos movimientos, con inteligencia, podremos aprovecharlos y fortalecer nuestra economía en los próximos años.

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