Una contradicción indignante ha salido a la luz entre el informe del Sodalicio de Vida Cristiana (SVC), un movimiento que rinde cuentas a la Iglesia Católica en nuestro país, y el fallo del Ministerio Público, un ente que, supuestamente, defiende al Estado, o sea, a todos nosotros. La discrepancia: abusos sexuales denunciados por las propias víctimas.

El SVC afirma que cuatro miembros de su orden -entre ellos su fundador Luis Fernando Figari- cometieron abusos físicos y sexuales contra varios de sus integrantes desde su fundación, hace unos 40 años. Lo dice la propia casa que, supuestamente, sirvió como reducto de jóvenes católicos. ¿Acaso faltan más pruebas para iniciar siquiera un juicio justo?

Por su parte, el pasado 16 de enero, la fiscal María del Pilar Peralta Ramírez, titular de la 26° Fiscalía Provincial de Lima, decidió archivar la denuncia de media docena de exsodálites porque, presuntamente, los ataques físicos y sexuales se cometieron hace muchos años y es probable que el delito haya prescrito.

Preguntas. ¿Esta magistrada ni siquiera tuvo alguna duda sobre el tema? ¿No le importaron los tres testimonios de las víctimas que el Arzobispado de Lima conocía? ¿Tampoco los 30 declarantes del libro “Mitad monjes, mitad soldados” del periodista Pedro Salinas? ¿O la fiscal creyó que en el SVC actuaban por venganza? ¡Por favor!

Esto me hace recordar cuando a los trabajadores del sector público o privado los despiden por alguna falta grave que perjudicó a la institución estatal o a la empresa y acuden a la vía judicial, donde no solo ordenan la reposición del empleado sino, además, que lo indemnicen por haberle causado daño moral. ¡Falta poco para que el Ministerio Público exija una reparación civil para Figari!

“No tenía a quién acudir cuando me di cuenta de que Figari estaba abusando sexualmente de mí… Yo era joven y él era demasiado importante y poderoso como para acusarlo… He vivido con esta experiencia por más de treinta años. No desaparece”, expresa una víctima del año 1975, cuando apenas tenía 15. Han pasado 42 años y tampoco ha prescrito el abuso en ese hombre de 57.