Pareciera que el mosquito que transmite el zika ha picado a los candidatos a la Presidencia. Todos andan afiebrados, con dolor de cabeza y volando a mil.

Y es que ya pisamos el mes de febrero y la competencia electoral entra en sus segundos afuera, en el round del puñete final que sepa a gloria.

Y los golpes van y vienen y en el camino ningún ente electoral o tribunal de honor los detiene. Estamos ante un ring con 19 enemigos dispuestos a encontrar su carne de presidio.

El de los rectos diarios es Urresti, pero evidentemente carecen de fuerza porque no suma puntaje y, por el contrario, tambalea en las encuestas.

Keiko sabe que va adelante en las tarjetas y su mejor estrategia de combate es correr en el cuadrilátero con la guardia en alto. De vez en cuando suelta un gancho, como cuando emplazó a Acuña a que aclare el tema del plagio.

Y si de Acuña se trata, vive el peor momento de la pelea: está contra las cuerdas. El chato trata de defender su cinturón de doctor de la Complutense, pero le llueven jabs, golpes laterales, cruzados, crochet… y el JNE podría contarle hasta diez.

Otro que busca el nocaut como única posibilidad de triunfo es Alan. Con el rótulo de expresidente en la cintura y varios asaltos electorales encima, bien entiende que para lograr la decisión unánime necesita casi un milagro. Y va por él, como peso pesado de la política que es. “El fujimorismo fue el gobierno más corrupto que ha habido”, fue su último swing.

Muchos apuestan que PPK tirará la toalla porque físicamente anda a pérdida con sus 77 añazos, no obstante el hombre sortea las campanadas con una técnica bien depurada y una buena esquina.

Toledo ha perdido cintura, tira derechazos al aire, aunque hace unos días dejó sin aire a Keiko al espetarle que “una persona que no quiere a su madre, no quiere a nadie”.

De momento aquí paramos los combates.