Tras el inesperado relevo del general Jorge Luis Flores Goicochea de la Dirección de la Policía Nacional, su sucesor, el general PNP Vicente Romero Fernández, tiene hoy la difícil tarea de luchar contra el avance de la inseguridad que golpea a diferentes ciudades del país.

Los asesinatos, atracos, acciones de sicarios, asaltos en carreteras, y otras fechorías que cometen delincuentes muy bien armados, han puesto en delicada situación al país.

Todos los días, los diferentes medios de comunicación no dejan de informar sobre sucesos delictivos y la población demanda acciones concretas y precisas para vivir en un país seguro.

Romero Fernández, en su discurso, reconoció los altos índices de violencia y anunció una serie de cambios estructurales y curriculares en la institución, que también se encuentra sumergida en una serie de problemas de credibilidad ante escándalos que implican a altos oficiales y a suboficiales. Uno de esos hechos es el robo sistemático de combustible de las unidades de patrullaje en determinadas regiones.

El nuevo director debe de actuar con firmeza, exigiendo resultados a los jefes de las diferentes áreas policiales, sobre todo en aquellas localidades donde la violencia y la presencia de la delincuencia se han desbordado.

Lo anunciado por el general Romero no debe ser un discurso más que se escucha, en especial cuando estamos en meses previos a las elecciones generales, donde los candidatos también tienen que definir en su agenda propuestas claras que permitan devolver la tranquilidad y la seguridad al país.

Se requieren planes coherentes y no electoreros.

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