Si los peruanos esperábamos una respuesta alturada y convincente del presidente Ollanta Humala ante el escándalo de los denominados DiniLeaks, ayer nos dimos con la dura realidad de notar, una vez más, que el humalismo no tiene la menor intención de admitir errores y que su mejor defensa es recurrir al trillado argumento de los políticos tradicionales, ese que dice que todo lo que se denuncia y argumenta no es más que un intento desestabilizador de la oposición.

Pero no solo eso. El jefe de Estado ha tenido el atrevimiento de recurrir al repudiable y comprobado espionaje hecho por Chile en contra del Perú para reclamar la unidad de los peruanos y evitar dar una mala imagen en el exterior. ¿Nos quiere decir que ninguno de los responsables políticos del nauseabundo proceder de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) tendría que responder dentro de los marcos de la legalidad porque está presente el fantasma del vecino país?

Con esa respuesta ofrecida ayer por la tarde en Puno, el Mandatario no ha hecho más que darle municiones a quienes desde un inicio han argumentado que la salida a la luz del caso de espionaje por parte de Chile no era más que una maniobra del Gobierno para apelar al patriotismo y la unidad a fin de tapar los escándalos que día a día cubren al humalismo, como el caso de Martín Belaunde Lossio y las primeras denuncias del espionaje hecho desde la DINI.

En todo caso, la única relación que veo entre el espionaje chileno y el escándalo de la DINI radica en que mientras desde el país del sur se enteraban de asuntos secretos de la Marina de Guerra del Perú, nuestra sesuda inteligencia estaba centrada en armar legajos de políticos, empresarios y periodistas, y hasta de sus familiares. Quizá cuando el presidente Humala dice que no debemos dar mala imagen por este tema, se refiera al ridículo mundial que debemos estar haciendo por este ingrato destape.

Ante grandes problemas como el de la DINI, hay que dar respuestas también grandes, y no lo que hemos escuchado de boca del Mandatario, quien intenta tapar el sol con un dedo. O los gruesos muros de Palacio de Gobierno están haciendo que el presidente Humala pierda la noción de la realidad, o es que, como dicen sus más duros críticos, está empeñado en creer que los peruanos somos tontos como para dejar de exigir respuestas a este escándalo interno porque Chile nos espía vilmente.