Las declaraciones del Papa en Bolivia generaron que El Comercio le dedicara un editorial crítico el 12 de julio pasado. El editorial resaltaba que las libertades económicas, basadas en derechos de propiedad, la defensa de los contratos y el Estado de Derecho, son las responsables de la reducción de pobreza, de la mejora en los indicadores de salud y educación y, en general, de la mejora en la calidad de vida de los ciudadanos en el mundo.

Sin embargo, el mismo editorial reconocía que en 2008 la incidencia de pobreza global era de 60% y la extrema de 34%. Esto significa que aún hay mucho por hacer. Un mundo donde las libertades económicas, civiles y políticas solo alcanzan a unos cuantos no es sostenible. Ello es lo que reconoce el Papa.

El Perú es uno de los países más desiguales del mundo: 1.6 millones de niños son pobres multidimensionales. Solo 77% de los adolescentes asiste al colegio. En las zonas rurales es 67%. En Huánuco y Cajamarca 62% y en Loreto 58%. En 2012, 458,136 niños dejaron de asistir al colegio, en el 33% de los casos por razones económicas, limitando sus posibilidades de escapar de la pobreza. La tasa de embarazo adolescente es 14%, la mortalidad materna 103x100,000 nv y la infantil 16x1000 nv. Existe, además, una brecha entre los indicadores de las zonas urbanas y las rurales; Lima tiene los mejores indicadores. El 50.1% de los niños menores de 5 en Huancavelica sufre de desnutrición crónica, 35% en Cajamarca y 30% en Ayacucho. En Omacha, Cusco, la desnutrición alcanza al 80% de los niños.

El liberalismo de hoy, basado en la doctrina clásica, debe proponer un Estado efectivo y eficiente que garantice igualdad de oportunidades, que complemente el mercado donde no funciona y que no deje que, con el pretexto de la libertad, unos pocos se apropien del Estado capturando rentas para beneficiarse. Se trata de hacer políticas públicas basadas en igualdad de oportunidades para “emparejar la cancha” en términos de acceso a nutrición, educación, salud, propiedad, crédito y justicia, sin importar el nivel socioeconómico, lugar de origen, sexo, raza o lugar de residencia.

Nuestros liberales no han entendido que el liberalismo, como toda propuesta doctrinaria, debe ser adaptado a los cambios globales y a la realidad del país. No es posible implementar políticas liberales que pueden funcionar en sociedades homogéneas como Austria, en países heterogéneos donde prima la desigualdad y la inequidad. Es aquí donde el Estado tiene que intervenir para lograr reducir la inequidad y que todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades de prosperar en base a su esfuerzo y capacidades personales.