El grupo terrorista Sendero Luminoso se introdujo ayer, oficialmente, en la agenda electoral. Como si no lo estuviera ya. Lo hizo asesinando entre 14 a 18 personas en un poblado de Junín (Vraem), lo que originó la inmediata reacción de los principales protagonistas electorales, Fujimori y Castillo, sus coreutas y hasta del jefe del comando conjunto de las FFAA.

Con o sin panfleto confirmándolo, el hecho sangriento se ejecuta sabiendo que tendrá consecuencias políticas electorales y está calculado para regar su veneno a dos semanas del sufragio. Lo que viene a continuación es el uso electoral de la matanza. Veremos quién y cómo lo hace.

Eso es lo que busca el terrorismo, que sus acciones se difundan y causen miedo, que paralice a la sociedad a fin de que fracase el modelo democrático. Digamos que el crimen de ayer es el cierre que corona una campaña donde el nivel de violencia ha ido en constante crecimiento.

Anteayer nomas, Bermejo, el procesado por terrorismo y flamante congresista, le avisa por tuiter a Rospigliosi que no va a parar hasta meterlo preso porque lo ha llamado narcoterrorista. Un fan de Bermejo le sugiere que mejor le ponga un coche bomba en su casa. ¿Son casualidades o coincidencias? ¿A quién favorece, electoralmente, este miserable crimen? ¿Quién le sacará provecho? Vencer o morir sigue siendo el grito de guerra. Pero, cómo, ¿no éramos un pueblo mayoritariamente religioso, pacífico y fraterno, caminando detrás del Señor de los Milagros? ¿No éramos, el pueblo peruano, una sola bandera y un solo corazón, unidos por la selección peruana y sus triunfos? ¿Y Grau, el noble caballero de los mares, y Cáceres, el peruano a carta cabal? Somos un saludo a la bandera porque un minúsculo de desadaptados mata a sus compatriotas porque lleva odio en sus corazones. Nunca decidas cuando tienes miedo.