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“Ayer en el Congreso he visto demasiados parlamentarios que mienten como respiran”, tuiteaba el periodista Pedro Salinas luego del debate sobre la cuestión de confianza en el Congreso. Los políticos mienten. Siempre lo han hecho y siempre lo harán. Sin embargo, en la era de las redes sociales, donde las fake news pueden dar la vuelta al mundo en cuestión de minutos, los efectos que pueden generar las inexactitudes -por usar un eufemismo- de las autoridades son más potentes que nunca.

Por ello, hoy el periodismo enfrenta con más fuerza que nunca la responsabilidad de verificar la información. Cuando se toma en serio el fact checking, no basta con reportar lo dicho por los políticos. Supone, además, comprobar que lo dicho sea cierto. De lo contrario, datos inexactos pueden terminar incidiendo en políticas públicas o decisiones de inmensa trascendencia (las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos y el Brexit son algunos ejemplos).

En El Comercio, el periodista Sebastián Ortiz recogió las declaraciones falsas hechas en el pleno del Congreso durante el pedido de cuestión de confianza. Tanto el primer ministro Salvador Solar como congresistas de distintas bancadas faltaron a la verdad.

Por poner otro ejemplo, solo unas semanas atrás, la congresista Yeni Vilcatoma acusaba al COEN con preocupante ligereza de no estar trabajando tras el terremoto de Loreto, hecho que fue desmentido por la misma institución poco después.

Pero así como hoy la tarea de la verificación es más necesaria que nunca, es también más difícil. En una época donde reina la posverdad -cuando la opinión pública está más influenciada por emociones y creencias que por hechos objetivos- y donde la confianza del público en la prensa está debilitada, señalar las falsedades en los discursos políticos suele ser percibido como una agenda de la prensa para perjudicar a algún sector político.

En el artículo “The Future of Fact-Checking: Moving ahead in political accountability journalism”, publicado por el American Press Institute, se dibujan algunas ideas para disminuir esta desconfianza: verificar las declaraciones de los miembros de distintos partidos por igual, así como prestar atención a los posibles sesgos propios de cada periodista.

En contextos de polarización extrema como el nuestro, poder confiar en fuentes objetivas de verificación no es solo útil, sino necesario.

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