La denuncia hecha el jueves pasado por este diario y la revista Correo Semanal sobre el sucio trabajo que venía haciendo la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) al buscar información y armar expedientes de funcionarios, políticos, empresarios y periodistas, usando indebidamente la base de datos de la Superintendencia Nacional de Registros Públicos (Sunarp), debería servir para que la Comisión de Inteligencia del Congreso evalúe bien antes de emitir el informe que ya tenía casi listo.

Con la nueva y contundente revelación de la semana pasada, queda sin piso el argumento que dio desde un inicio el oficialismo encabezado por el presidente Ollanta Humala, que sostuvo que los seguimientos y el armado de expedientes a personajes incómodos para el Gobierno, como Jorge del Castillo y Natalie Condori, eran obra de “empresas privadas”, pues juraban y rejuraban, sin rubor alguno, que en la DINI se trabajaba siempre dentro de la ley.

Por un momento seré inocente y daré el beneficio de la duda a los oficialistas y sus amigos de la Comisión de Inteligencia que preside César Yrupailla. Asumiré que realmente no estuvieron al tanto del asco que era la DINI y que por eso iban a emitir un informe, digamos, desinformado. Bueno, ahí tienen nuevas evidencias del trabajo sucio que hacía la entidad que desde agosto del 2011 ha estado en manos de dos compañeros de promoción del presidente Humala.

¿Dirán desde la comisión de Yrupailla que los agentes Rosendo Chávez y demás, encargados de la búsqueda, hacían el “trabajito” por su cuenta? De ser así, ¿dónde estuvo el control de sus superiores? Si salen a afirmar que en la DINI todo es un jardín de rosas y que no se explican qué ha pasado, ¿por qué han sacado a sus tres máximos jefes? ¿Repetirán que las empresas mineras también están detrás de estas búsquedas? Un poco de seriedad y honestidad no vendrían mal al humalismo.

Ya no tienen pretexto como para salirnos con el cuento del “espionaje industrial” o con historias alucinadas como las del congresista Daniel Abugattás, quien acusó públicamente a este diario de haberse aliado con un partido político para “armar” la denuncia de los videos de seguimiento. No se puede esperar mucho de los humalistas, pero sí que al menos en este caso tan grave hagan un trabajo mínimamente basado en la verdad. Traten de recordar que llegaron al Gobierno bajo las banderas de la “honestidad que hace la diferencia”.