Hay un proverbio ucraniano que dice: “Cuando ondea la bandera de guerra, la razón está en la trompeta”. En muchos sitios de nuestro país está en la voz de charlatán de plazuela de algunos agitadores, autodenominados dirigentes sociales. Para estos activistas no hay ciudadanos sino clientes y la comunicación con ellos no es racional sino eléctrica, es decir, emotiva. Por eso, cuando suceden los paros y protestas contra mineras o empresas petroleras en el interior del país se nota en los pobladores que no hay otro atrevimiento que el de la pasión.

El Gobierno y las empresas privadas deben acercarse más a estas comunidades, entenderlas, orientarlas sobre el impacto ambiental y contribuir con su desarrollo. Así como el Premier dialogó con Somos Perú, Dignidad y Democracia, Frente Amplio, CGTP y otras organizaciones de escasa representatividad, es urgente que se reúna con los movimientos regionales y locales, que en las provincias son mayoría, tienen un gran sentido de grupo y verdaderamente influyen en nuestra política y economía.

Esos pobladores que se oponen a mineras y empresas de hidrocarburos, son injustamente confundidos con un problema del que más bien son víctimas. La mayoría no tiene un concepto claro de las ventajas y desventajas de la exploración, extracción y comercialización de los recursos naturales. Como decía el austriaco Konrad Lorenz en su libro “Sobre la agresión: el pretendido mal”, la necesidad instintiva de ser miembro de un grupo bien unido y que luche por ideales comunes es tan fuerte y estimulante que tiene importancia secundaria saber cuáles son esos ideales y si tienen algún valor. Una vez que se fija una valoración emocional, el individuo vivirá, luchará y, en ciertos casos, guerreará ciegamente por ese valor, ya sea una nación, una religión, una comunidad, un club de fútbol, etc.

Mientras el Estado no asuma su labor de brindar educación y salud, no sea solidario e inclusivo y no comunique ni explique por qué la minería formal puede traer desarrollo a sus pueblos, será difícil que las comunidades aprueben la presencia de mineras. Hay que entrar, dar propuestas creíbles, moverse con inteligencia, acercarse con aportes, haciendo lo contrario de lo que buscan hoy los dirigentes sociales: es decir polarizar.

TAGS RELACIONADOS