Qué obsesión tienen los chilenos con el Perú que no se pueden quedar tranquilos, ya que cada vez que tienen un problema de carácter político interno sacan a relucir algún tema que genere un conflicto con nuestro país. Para ser claros, el Perú no tiene ningún tema pendiente fronterizo con Chile. Tenemos dos fronteras, la terrestre y la marítima, ambas perfectamente delimitadas y amparadas en los Tratados correspondientes. Así que los reclamos que se pueden formular son los que se activan por las propias inseguridades que dicho país tiene a razón de su política interna. Por ello, es interesante analizar qué es lo que puede haber disparado esta postura en nuestro vecino. En primer lugar, tenemos a una presidenta, la señora Bachelet, a quien por razones de su ideología política no le agrada la Alianza del Pacífico, ya que ella misma ha expresado que le gusta particularmente el Mercosur. La Alianza nace por propuesta peruana -presidente Alan García- y nosotros somos uno de los principales puntales en su desarrollo, tema a reflexión. En segundo lugar, el presidente Piñera ante la Resolución del Tribunal de La Haya, habiendo perdido su país el litigio y para dejar siempre un hueco por donde Chile podría seguir provocando inestabilidad entre los dos países, resaltó el tema del famoso Triángulo -que solo existe en la mentalidad chilena- y desconoció el punto de “La Concordia” como inicio de la frontera terrestre y, como quien dice, “se lavó la cara” frente a su pueblo. Dentro del imaginario del vecino sureño le es necesario mantener siempre un tema que se encuentre pendiente con el Perú. Si no fuera así, su “libro blanco” y su teatro hipotético de conflictos se quedaría sin sustento. Han iniciado una escalada conflictiva por una razón adicional, y es que aparentemente Bolivia va ganando atención internacional a su requerimiento de salida al mar, la cual podría incidir en la solución que el Tribunal de La Haya disponga; ello sí puede llevar a Chile a una tendencia de conflicto. Entonces, a quién debe intimidar en primer lugar. Al Perú, indudablemente, y eso es lo que puede estar en marcha. Evo Morales la tiene muy clara y, por ello, ha salido a denunciar a Chile internacionalmente en ese sentido. El segundo paso ha sido la suspensión de la reunión de vicecancilleres peruano-chilenos, prevista a realizarse el 7 de diciembre próximo, ello como un paso más en la escalada. La protesta se debe a que militares peruanos supervisaron los hitos de la frontera de nuestro lado, sin pasar al otro, lo cual sí hubiera significado un acto provocativo de nuestra parte. Pero ¿acaso nuestros militares no se pueden desplazar por todo el territorio nacional sin que ello signifique provocación alguna contra nadie? La realización de maniobras militares de las tres fuerzas chilenas en el desierto de Atacama tiene como un enemigo imaginario un país del norte. Ello sí es un tema de intimidación clara. Lo que Chile busca con todos estos ejemplos de acciones es tratar de intimidar a las dos naciones, Perú y Bolivia, ya que lo que está en riesgo es algo muy grave. Evidentemente, el Tratado de 1929 es muy claro, al igual que la comisión demarcadora de 1930, por lo que el Perú no tiene nada que reclamar y, por lo tanto, no tenemos que solicitar la intervención del árbitro, el presidente de los EE.UU. Más bien, si Chile requiere el reclamo, que sean ellos los que soliciten dicho arbitraje, el cual tendrá que hacer respetar el Tratado de 1929 (que de paso se formuló en base a la presión del General Pershing de los EE.UU.) y que es muy claro en toda su extensión, lo mismo que lo acordado por la Comisión Demarcadora de 1930. Pero por lo visto eso no les conviene, pues sino ya lo hubieran realizado. El temor es la solución de La Haya con respecto a Bolivia. Ahora toca ver cuál es el comportamiento de los capitales chilenos en el Perú respecto a estas perspectivas de conflicto y los intereses que están en juego. En todo caso, si se trata de desconocer el Tratado, no nos queda otra cosa que ir nuevamente a La Haya y ya no por un tema marítimo, sino por uno terrestre. Entonces, si seguimos la línea, no solo podremos solicitar Arica y Parinacotas, sino Tarapacá y Arica, volviendo a nuestras fronteras originales.