Despues de algunos años, quizás desde "Alicia en el país de las maravillas" (2010) de Tim Burton, donde encarnó al Sombrerero Loco, Johnny Depp consigue brillar en un rol a su medida. El drama "Pacto criminal" (Black mass), realizado por Scott Cooper, le ha dado la magnífica oportunidad de interpretar al despiadado pandillero de origen irlandés James "Whitey" Bulger, que en la actualidad purga cadena perpetua en una cárcel de Arizona, en Estados Unidos.
El relato se concentra en la historia de Bulger ocurrida entre los años 1975-1985, década en la que el temible delincuente se estableció en el sur de Boston (Massachusetts) como un poderoso gangster, capaz de las peores atrocidades. El tener un amigo de la infancia en el FBI facilitó que pudiera convertirse en un informante secreto para ayudar a desbaratar a la mafia italiana que también operaba en la ciudad.
Bulger logró de esta manera evadir la ley a su antojo, controlando el crimen organizado local. Ni siquiera el hecho de tener un hermano senador lo distrajo de sus actividades delictivas. Muy por el contrario, aprovechó todas las oportunidades a su alcance. Sin embargo, un fiscal federal descubrió sus oscuros nexos con el FBI y dispuso su detención. "Whitey" permaneció en la clandestinidad por mucho tiempo y fue capturado recién en 2011, cuando tenía 81 años.
HISTORIA RECONSTRUIDA. La estructura narrativa propuesta por Cooper se cirscunscribe a los interrogatorios policiales de varios de los cómplices de Bulger. A través de sus testimonios se va reconstruyendo la historia criminal del temible "Whitey", un psicópata que podía respetar las relaciones de su entorno familiar, sobre todo con su hermano Billy (Benedict Cumberbatch) o su madre, y hasta ayudar a sus vecinos; pero incapaz de controlar su propia paranoia a la hora de enfrentar sus temores o mostrarse tremendamente brutal para ajustar las cuentas a sus enemigos.
La cinta está narrada con sobriedad y solvencia, incidiendo no tanto en las actividades de Bulger al margen de la ley, sino en la ilustración de su estilo de vida, de su desenvolvimiento personal en las circunstancias más diversas. Por ejemplo, en su amistad con John Connolly (Joel Edgerton), el inescrupuloso agente federal que lo ayudará a convertirse en el más peligroso hampón de Boston; en las reuniones familiares donde todo parece ser de lo más normal, en las juntas con sus subalternos, que incluyen varios asesinatos muy gráficos.
Empero, lo más resaltante es, sin duda, la notable caracterización de Johnny Depp, ayudado ciertamente por un impecable trabajo de maquillaje, que lo acerca con justicia a la imagen del verdadero asesino. Transformación que en determinados instantes resulta escalofriante. Más que en las secuencias donde mata con la mayor sangre fría, en la muy particular escena de una comida en casa de Connolly, en la que "Whitey" conversa con otro agente federal. La mirada penetrante, la ambigüedad de sus gestos y la manera de manipular las palabras -que terminan por asustar al comensal- valen con seguridad una nominación al Oscar.