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El denominado Frente de Defensa de los Intereses de Machu Picchu Pueblo es un defensor a ultranza de los intereses de la informalidad que domina a la sociedad peruana. En un país en el que la inmensa mayoría de los trabajadores son informales, como una consecuencia de que la mayoría de las empresas privadas no están formalizadas, no puede sorprendernos que la informalidad siga destruyendo las bases para construir una sociedad más justa.

Todo lo anterior está agravado porque la informalidad suele ser la máscara que cubre a la ilegalidad. Durante la última elección presidencial y parlamentaria, los seudopartidos políticos y las agrupaciones electoreras, más conocidas como “vientres de alquiler”, prometieron una lucha frontal contra la corrupción, pero no ofrecieron luchar contra el lumpencapitalismo, que es más poderoso que el capitalismo de las pequeñas, medianas y grandes empresas que operan en el Perú.

En muchos lugares del territorio nacional, los denominados “frentes de defensa” también son informales y están manejados por pequeños grupos que suelen usar métodos y acciones ilegales. Estos actos se realizan ante lo que se conoce como “ausencia del Estado”, que generalmente está concebida como ausencia del Estado Central más que como ausencia de las regiones o gobiernos subnacionales o de los municipios provinciales y distritales.

En muchos de los conflictos sociales que agobian al país, no es la “ausencia del Estado” la que contribuye al caos, sino la inoperancia de todos los niveles de gobierno antes citados. Ante esta dramática realidad, los trabajadores y los habitantes de las zonas donde hay conflictos sociales consideran que tienen derecho a exigir a las empresas privadas que operan en esos lugares que reemplacen al Estado en el cumplimiento de sus funciones. Esta situación ha sido, es y será muy frecuente en los conflictos sociales con los que debe lidiar la gran minería en su confrontación con los antimineros.

Las mesas de diálogo no han sido la solución para muchos de estos conflictos. Por ejemplo, la mesa de diálogo en Machu Picchu no pudo impedir un paro realizado durante la presencia de los más importantes dirigentes del mundo que asistían al APEC. Según un comunicado de PeruRail, esta empresa encargada de los trenes a Machu Picchu: “... ha participado de manera activa y responsable en la Mesa de Diálogo que se reactivó por la PCM el 2014, y que nos permitió canalizar los pedidos de la población y mejorar los servicios del Tren Local hasta la fecha”.

La fecha del comunicado es 20 de noviembre de 2016 y nos muestra otra característica de las mesas de diálogo: pueden ser inacabables. La combinación de un frente de defensa y una mesa de diálogo no siempre es la solución de los conflictos sociales, porque su constitución también suele ser informal. Los trabajadores deberían ser representados por sus organismos sindicales y los habitantes por su alcalde distrital o provincial. Los frentes de defensa están formados de manera variada e informal. La negociación con organismos informales es una muestra más de la inoperancia del Estado en cualquiera de sus niveles.

En el comunicado antes citado, hay un texto que muestra la mentalidad burocrática que prima en las negociaciones: “La última mesa de diálogo se realizó el 6 de setiembre del año en curso, en Machu Picchu Pueblo, en donde se determinaron 16 acuerdos, sobre los cuales nuestra empresa ha venido trabajando junto a la directiva del Frente de Defensa de los Intereses de Machu Picchu (FREDIM) en diferentes reuniones e inspecciones, las cuales fueron luego informadas con carta del 24 de octubre por parte nuestra al FREDIM, PCM, MTC, MINCETUR, Dirección de la Cultura y Municipalidad de Machu Picchu”.

Cabe preguntarse quién eligió a la directiva del FREDIM, por qué hubo 16 acuerdos; por qué el Estado participa con la Presidencia del Consejo de Ministros y con dos ministerios más. Esta burocracia suele conducir a que los trabajadores y habitantes terminen reclamando las presencias del Premier o del Presidente de la República. En este caso específico, la mesa de diálogo fracasó y esto afectó la imagen del país ante una importantísima reunión internacional. El daño ya está hecho, pero el diálogo informal continúa. Todo esto tiene que cambiar pronto si intentamos que el país avance. Salvo mejor opinión.