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El debate sobre el alcance de las conversaciones que tuvo Luis Castañeda con la constructora OAS -antes de asumir como alcalde de Lima- no se agota en el frente legal.

Decidir construir un by-pass de varios millones de dólares (aunque parezca increíble, ni el alcalde ni sus voceros han podido señalar cuánto costó realmente) en vez de un proyecto como Río Verde, que involucra la reubicación de familias que viven en situación de riesgo, la recuperación del río Rímac, la puesta en valor del Centro Histórico y la posibilidad de recuperar esa zona de Lima, refleja una visión y una forma muy particular de entender la ciudad.

Seamos sinceros, el by-pass de 28 de Julio no ha solucionado nada. En hora punta, los vehículos están varios minutos atorados sin moverse, como antes. Los tiempos de viaje no se han reducido. ¿Valía la pena invertir de esa forma en esta obra? A la luz de los resultados, parece haber sido un desperdicio de dinero y tiempo.

Las denuncias que enfrenta el alcalde sobre este caso se están viendo en la vía judicial. El asunto, sin embargo, es que los recursos ya se gastaron y la oportunidad de invertir en espacios públicos que beneficiarían a millones se desperdició. Eso mismo podría pasar con otros 18 intercambios viales que la municipalidad quiere construir sin ningún tipo de planificación y contra toda recomendación. Que lo piensen un poco más. 

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