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Esa sería mi conclusión después de oír el discurso del electo presidente Pedro Pablo Kuczynski ante el Congreso de la República. Si revisamos la encuesta de Ipsos (mayo 2016) en la que se enumeran los diez principales problemas que enfrenta el país, según la opinión pública, veremos que estos son: delincuencia 61%, corrupción 47%, desempleo 26%, calidad de la educación 21%, pobreza 19%, narcotráfico 19%, abuso de las autoridades 14%, salud pública 12%, costo de vida 12% y falta de respeto a la ley 10%. Resulta tranquilizador que cada uno de ellos haya tenido cabida dentro de su discurso de toma de mando. Eso nos habla de un presidente conectado con las preocupaciones de la población y enfocado en atender sus necesidades. El discurso también habla de un presidente que entiende las preocupaciones de los empresarios cuando menciona de liberar trabas burocráticas para facilitar la inversión pública y privada, la construcción de infraestructura que facilite el desarrollo y la necesidad de formalizar el país. Estas son acciones que solo pueden mejorar el ambiente de negocios, favoreciendo el crecimiento y el desarrollo. Por último, y no por ello menos importante, fue la clara conexión con las necesidades de los históricamente marginados: las provincias, el agro, las mujeres y los pobres. En conclusión, un discurso redondo en el que no faltó mencionar a nadie y que logró incluir e integrar a todos.

Además de las palabras, están los gestos. PPK no tuvo la clásica actitud del presidente electo: triunfalista, todopoderoso y a veces hasta soberbio. Por el contrario, su actitud fue la de un servidor público, en el amplio sentido de la palabra, una persona consciente de que el poder y la responsabilidad le han sido otorgados por el pueblo, y con la claridad de que los objetivos trazados solo se podrán lograr con la voluntad y trabajo de todos los peruanos. Son pocas las personas que he tenido la suerte de conocer que entienden y actúan con la humildad ante el poder y que entienden que es más una responsabilidad sobre la que hay que dar cuentas y no un trofeo que se puede utilizar para el bien propio. Espero sinceramente que la actitud mostrada este 28 por el Presidente sea la misma durante todo su gobierno.

Con todo lo positivo del discurso, resulta disonante la actitud de Fuerza Popular y Keiko Fujimori, quien parece no darse cuenta de que el revanchismo político solo les hará perder legitimidad y relevancia. No pierdo las esperanzas de que el fujimorismo adopte una actitud mucho más madura y constructiva, por el bien del país.

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